La decisión de quienes hasta ayer eran los únicos tres miembros de la Corte Suprema de Justicia de tomarle juramento como nuevo miembro del cuerpo a Manuel García-Mansilla inaugura una era jurídica en la Argentina y deja en manos del Congreso la decisión de avanzar hacia un choque de poderes con el Ejecutivo o evitarlo cediendo ante Javier Milei.
Lo primero surge del hecho de que el principal tribunal de justicia del país validó la designación de un magistrado por decreto, esto es en comisión, con validez durante el período de sesiones ordinarias que comenzará mañana.
Para encontrar antecedentes de eso, cuya validez es ardorosamente discutida por los especialistas y directamente descalificado por muchos de ellos, hay que volar hasta mediados del siglo XIX o a gobiernos de facto. Asimismo, a nivel político se ha resaltado que el decreto 137/2025 aprovechó una ventana de apenas tres días entre el fin de las sesiones extraordinarias convocadas por el Gobierno –que podrían haberse extendido– y el inicio de las ordinarias.
También puede hablarse de una nueva era jurisprudencial debido a la impronta conservadora que García-Mansilla lleva consigo a la Corte, funcional a la batalla cultural oficial y que podría marcar, como mínimo, un contrapunto y como máximo, una influencia, respecto de las posturas conocidas de sus colegas.
Por último, la cuestión de un posible conflicto de poderes o crisis institucional dependerá de que el Senado, mayoritariamente adverso al método del nombramiento por decreto, avance o no en un rechazo de los pliegos del mencionado y de Ariel Lijo. En caso de hacerlo, se daría la peculiaridad de que el Poder Ejecutivo consideraría a ambos miembros de pleno derecho del tribunal, mientras que el legislativo sostendría lo contrario. Tal escenario resultaría lesivo para la seguridad jurídica del país y abriría dudas sobre la validez de las sentencias que se produzcan en lo sucesivo.
Por lo pronto, por la vigencia de su decreto, Milei ya considera a Lijo tan miembro de la Corte como a García-Mansilla y por eso pretende que se dé cita mañana cuando hable ante la Asamblea Legislativa para dar inicio al período de sesiones ordinarias. Abre así un foco más de tensión en una cita en la que pesará la ausencia, entre otras, de los diputados y senadores peronistas.