La Argentina y el mundo: hoy y 2027
El impredecible Trump, en verdad no lo es tanto. Sus idas y vueltas cotidianas y sus aires de emperador del mundo son requiebres tácticos que ya no ocultan el sentido de su estrategia: una mezcla de negocios personales para amigos milmillonarios y de embate permanente y multidimensional contra el ascenso de China.
Un rasgo esencial del modo en que el republicano trata de deshacerse de quienes entiende como obstáculos para sus objetivos es el de la amenaza.
Así como en Argentina hubo gran cantidad de anuncios para domesticar al mercado que o bien se concretaron parcialmente o fueron puro humo, siempre sobrevuela la idea de que la palabra performativa de su gobierno achicará los costos materiales de alcanzar sus objetivos.
Las bombas de humo del virrey Scott Bessent sirvieron para calmar a un mercado imposibilitado de pulsear con el Tesoro de los Estados Unidos. Del mismo modo, las amenazas a Venezuela y la construcción frente a sus costas de una fuerza militar formidable –compuesta por el mayor portaaviones del mundo, buques de guerra, poder misilístico y 15.000 hombres– podrían llevar a un quiebre del aparato militar del chavismo, a una salida forzada de Maduro y a su reemplazo por un liderazgo más permeable. La lógica es la misma.
Todos los días surgen versiones de diálogos directos o indirectos entre Trump y Nicolás Maduro, presuntas negociaciones sobre algún exilio dorado para el dictador venezolano, rumores de vuelos del avión del ocupante del Palacio de Miraflores más allá de las fronteras, sabotajes y preparativos para ataques militares en suelo venezolano. Es una guerra de desgaste que sólo se activará cuando haya evidencias de que el frente interno no se va a romper o que recién lo hará cuando empiece el ruido.
Mientras, la presión se sostiene con ataques reales a lanchas que Estados Unidos presume como portadoras de drogas –pero que también podrían ser otra cosa– y condenas a muerte sumarias en alta mar, lo que constituye una suerte de guerra de facto, no declarada por el Congreso y, por lo tanto, ilegal y revulsiva para la vigencia de los checks and balances de los que Estados Unidos se ha enorgullecido a lo largo de su historia.
La oposición demócrata pone el grito en el cielo, se ilusiona con barrer en los comicios intermedios del 3 de noviembre del año próximo y se aferra a encuestas –como la de CBS y YouGov– que describen un rechazo del 70% a una guerra en suelo venezolano. ¿Pero cuántos de los consultados sabrán sobre qué se les pregunta y cuántos en verdad se preocupan por ese tema lejano?