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ELECCIONES 2025

La ola violeta está de fiesta

El triunfo impactante de La Libertad Avanza (LLA) en las esperadas elecciones legislativas le permitirá a Javier Milei encarar la segunda mitad de su mandato reforzado en sus convicciones, en su modelo y en su relación con la política y con el mercado.

El resultado en sí, la confusión en que queda el peronismo, el derretimiento de las opciones autopercibidas como de centroderecha, la renovación de la confianza del Círculo Rojo y, fundamentalmente, la banca de Donald Trump le permitirán encarar con fuerza inusitada la etapa en la que pondrá en juego reformas radicales para consolidar su proyecto de mercado libérrimo.

Los datos de la victoria de la extrema derecha son elocuentes:

Obtuvo casi el 41% de los votos a nivel nacional, apenas un punto y medio menos que Mauricio Macri en 2017, lo que le permitió aventajar a la suma de todos los peronismos, que alcanzó al 33%.

Fuente: Letra P.
Consiguió el objetivo de prácticamente "pintar el país de violeta", imponiéndose en 16 de los 24 distritos del país.

Fuente: Escrutinio provisorio.
Se hizo con 64 bancas en la Cámara de Diputados y con 13 en el Senado. En la Cámara Baja superará, incorporando a aliados, al peronismo y no le debería resultar difícil obtener quorum propio. En la Alta, tendrá 18 propios y también facilidades para lograr mayoría, mientras que la principal oposición se reduciría a un mínimo sin precedentes desde 1983 de apenas 28 curules. Por eso, sugestivamente trajeado, en su discurso de victoria llamó a las fuerzas afines a sumar voluntades para lo que viene.
Se tragó a la "vía del medio" de Provincias Unidas (PU), que sacó apenas el 7% de los votos a nivel nacional y perdió en prácticamente todos los territorios que creía sus bastiones.
Crucial: se impuso –por la mínima– en la provincia de Buenos Aires, aturdiendo al peronismo y sin sufrir un rasguño por el escándalo del presunto financiamiento narco de la campaña de 2019 de José Luis Espert. Un dato añadido: ya no existen en la Argentina pretensiones de superioridad moral de un sector político y social por encima de otro.
La ciudadanía está partida. Casi la mitad, de hecho, no quiere saber nada con el modelo económico, con la "batalla cultural", con la represión callejera, con el autoritarismo imperante, con el acoso que sale de la boca del Presidente y de la pútrida trolera de X. Sin embargo, una cantidad de ciudadanos incluso mayor no soporta la idea de volver al pasado conocido, por más narrativas sepia que se le pretendan imponer sobre años que, se ve, no son recordados por todos como tan felices.

Un voto de confianza a Milei y al ajuste
De modo notable, el éxito del Gobierno se concretó a pesar de los avatares de una campaña en la que todo le fue adverso.

La referencia apunta, por un lado, al modo en que el Congreso le marcó la cancha al ajuste dramático del gasto público y a los modos elegidos por Milei y Toto Caputo –y, en la calle, por la senadora electa Patricia Bullrich– para aplicarlo.


Por el otro, también alude a lo que han sido errores no forzados, como el rigoreo excesivo a eventuales aliados; el armado de listas con personajes de calidad discutible; el ingreso de personas vinculadas al cuco del narcotráfico –el bonaerense Espert y rionegrina Lorena Villaverde, increíblemente electa–; la porfía del Presidente en sostener –por motivos nunca aclarados– al diputado saliente en uso de licencia; escándalos como el laissez-faire con el fentanilo contaminado, el Libragate, el Karinagate y el aludido Narcogate; la política de atraso cambiario; un modelo que provocó recesión y desplome del consumo, y al que le cuesta perforar la inflación mensual del 2%; el capricho de no acumular reservas para despejar la incertidumbre del horizonte financiero y un doble salvataje en un semestre: el del FMI y el neocolonial de los Estados Unidos. Ni siquiera pesaron, una vez más, las peculiaridades de la personalidad del mandatario.

Todo eso, queda claro, es motivo de escándalo para la Argentina moderada y progresista, pero pasa desapercibido para la mayoría relativa que se ha volcado sin pudor a votar a una derecha extrema de convicción democrática discutible. Incluso se desdeña el establecimiento de un Protectorado Estadounidense del Río de la Plata, en el que tallarán nombres como el de Donald Trump, el del virrey Scott Bessent, el del lobista Barry Bennett y el del embajador Peter Lamelas.

Entonces, el voto fue a favor de Milei y de la desinflación. Asimismo, fue el aval de una amplia primera minoría ciudadana para comprobar si, como dice el Gobierno, al otro lado del río hay orilla y no más y más agua. Incluso, podría decirse que fue un voto a favor de la motosierra.

El resultado sorprende a quien mira la realidad con ojos críticos, pero coincide con los niveles de respaldo popular al mandatario, que en ningún momento cayeron demasiado por debajo del 40%.

Se trató, en definitiva, de un aval personal al Presidente, pero también un mensaje inequívoco a un peronismo al que ya no habrá mayoría que le tolere su internismo, su falta de autocrítica y su ausencia de renovación de cuadros e ideas.

Adiós a la autocrítica
¿Autocrítica? ¿Qué autocrítica? El Milei problematizado que llegó con lo justo al 26-O se sentirá reivindicado y reforzado en sus convicciones.

La motosierra no tendrá por qué detenerse ante los jubilados, las personas con discapacidad, los médicos del Garrahan y los docentes de las universidades nacionales, entre otras categorías. Así, Toto Caputo se erigió en uno de los vencedores de la jornada, blindado como queda además por el respaldo del Tesoro estadounidense.

Si las inconsistencias de su plan financiero fueron la principal causa de las tensiones cambiarias de los últimos meses, los dólares que pongan el Tesoro estadounidense y el pool de bancos que capitanea J. P. Morgan pueden ser el sucedáneo de las reservas que se debieron acumular y no se acumularon.


Javier Milei, a la izquierda del ceo de J. P. Morgan Jamie Dimon, y rodeado de funcionarios del gobierno y de ese banco de inversión.

Por discutidos que hayan sido, en especial en la interna, los armados locales de Karina Milei –con el paquete del clan Menem incluido– le permitieron a LLA mandar como principal –y acaso único– partido nacional. No por nada, la secretaria general de la Presidencia primereó, bastante antes de que se conocieran los resultados, con una aparición pública de inusual locuacidad, junto a Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados que probablemente no encontrará motivos para levantarse de su sillón.


Así las cosas, bajan las acciones de Santiago Caputo para convertirse, por encima de esa interna permanente, en el representante local excluyente del take over estadounidense. La apertura del gabinete a otros sectores podría ser mucho menor que la fantaseada, lo mismo que el eclipse –verdaderamente imposible– de Karina M. y la facción menemista.

Trump y Bessent, otros vencedores

El mencionado arribo de Milei con la lengua afuera al día de las urnas se explica, en gran medida, en el apoyo que el jefe de Estado anarcocapitalista –sic– recibió de los también vencedores Trump y Bessent, otro aporte de campaña, como los del Fondo Monetario Internacional de 2018 a Macri y el de abril último al propio Presidente, que terminará pagando la sociedad en su conjunto.

Esto es una pena. La reunión en la que ayer Luiz Inácio Lula da Silva observó con satisfacción el modo en que Trump se bajó de su presión a favor de Jair Bolsonaro y hasta prometió negociar para dar marcha atrás con aranceles y sanciones, demuestra que hay modos más dignos de lidiar con las pretensiones de Washington.


Como se sabe, aquellos actores extranjeros piden incluso más que lo mucho que LLA consiguió en el Congreso.

También reforzados en su convicción de sostener su apuesta en la hincada Argentina, reclaman, al igual que el Círculo Rojo, la consolidación del modelo. Por un lado, con un ajuste que se sostenga y reduzca de modo estructural el peso del gasto sobre el PBI. Por el otro, la triple reforma impositiva, laboral y jubilatoria, ninguna de las cuales es pensada en beneficio de las mayorías.

Milei podrá ahora olvidarse del karma de no contar con el tercio de los diputados que le permita sostener vetos. El juego, sobre todo en la Cámara de Diputados, será el conocido, con las diferencias notables de contar desde el 10 de diciembre con más fuerzas y, encima, propias y no mercenarias, tal la recomendación del asesor de campaña florentino Niccolò dei Machiavelli.



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El Comunicador de Zona Norte



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