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ELECCIONES 2025

Kicillof renace en el Waterloo de Milei

El triunfo por paliza de Fuerza Patria (FP) en las elecciones bonaerenses es, por encima de todo, el del incipiente presidenciable Axel Kicillof, el de los intendentes que lo impulsan y el de una unidad que al peronismo le resulta tan imprescindible como difícil de consolidar. En paralelo, el terremoto que se desató bajo los pies de Javier Milei está hecho de una serie no menos impactante de fracasos simultáneos, drama que el oficialismo intentará remontar con poco tiempo y en condiciones muy adversas entre hoy mismo y el 26 de octubre.

La Alianza La Libertad Avanza (ALLA), la coalición de todas las derechas, sufrió una debacle. Aun con todas ellas adentro, Milei incumplió un montón de promesas: la de ganar, la de pintar la Provincia de violeta, la de plebiscitar "el mejor gobierno de la historia", la de ponerle "el último clavo al ataúd del kirchnerismo" y la de normalizar desde hoy mismo, con un triunfo, una economía que se le va de las manos. Jugó fuerte y quemó las naves. Decir desastre es poco.

En su momento, Javier Milei exhibió con orgullo una imagen que lo representaba como Napoleón Bonaparte, pero no reparó en que se trataba de la recreación del cuadro Napoleón abdicando en Fontainebleau, obra de Paul Delaroche de 1846.

Que la diferencia entre FP y ALLA haya sido de unos 13 puntos porcentuales –más de 47% a casi 34%–, de 25 en la Tercera sección electoral y de 10 en la Primera, indica que una virtual mayoría reivindicó la gestión provincial, comprendió las estrecheces a las que la sometió la mileinomía y no compra la utopía del Estado desguazado.

Asimismo, que el mileísmo no sale de un núcleo duro similar al del primer turno de 2023, que el centroderecha leyó horriblemente la coyuntura al plegarse al extremismo y que con odio y provocación no se construyen mayorías.

Por último, que la participación haya superado un aceptable 60% legitima a los vencedores.

Los indicios apuntan al nacimiento de un nuevo mapa político y a una transición hacia el 26-O peligrosa para la extrema derecha gobernante, hecha de una reacción del mercado financiero que, desde hoy mismo, podría resultar procíclica a su crisis.

Kicillof, reforzado en la puja por el liderazgo

Además de gobernador, economista, Kicillof pudo haber previsto que el plan financiero de Toto Caputo enfrentaría dificultades severas. Eso podría explicar que haya tomado el riesgo de un adelantamiento de los comicios locales que motivó en su momento reproches públicos de Cristina Fernández de Kirchner.

Con el diario –el newsletter del lunes, Kicillof tuvo razón.

El atraso cambiario como ancla para una inflación más rebelde de lo que suele pensarse; el capricho de ningunear la importancia de acumular reservas; el carácter piantavotos de cualquier acuerdo con el FMI; el ajuste perpetuo, su efecto recesivo y nocivo para el consumo y el empleo; el dogmatismo monetarista; la pretensión de controlar desde la botonera una economía que es también expectativas, y los errores no forzados y las soberbias de Los Picantes del Palacio de Hacienda son hechos que datan de varios meses.

Sin embargo, es seguro que el timing –la fijación de la cita para el 7 de septiembre– tuvo algo de afortunado, ya que es justo ahora cuando esas carencias comienzan a sentirse en la carne lastimada de la sociedad.

Una bandada de cisnes negros

Imagen generada con inteligencia artificial (Gemini).

Con todo, algo mitiga lo que apresuradamente se podría considerar también un error de análisis de CFK: la bandada de cisnes negros políticos que se puso a sobrevolar la Argentina en las últimas semanas pudo haber resultado incluso más relevante que lo recién señalado. Esa racha de calamidades que se autoinfligió el Gobierno gatilló un repentino quiebre del clima social y la respuesta largamente esperada sobre los límites de la paciencia social. Se consuma así lo que desPertar ha denominado como la crisis multidimensional del mileísmo, a la vez económico-financiera, política, de internismo y de narrativa.

Ahora se puede asegurar que la crisis de La Libertad Avanza (LLA) y sus súbditos voluntarios también es electoral, pero no cabe el autobombo. Hasta que se contaran los sufragios, era imposible definir si pesaría más la valoración de la desinflación o el cansancio por el ajuste infinito, inequitativo e impúdicamente cruel; la grieta macartista a la que Milei apostó todo para chupar hasta el tuétano el voto de derecha y centroderecha o un agotamiento con sus modos violentos; el antiperonismo de casi media Argentina o la búsqueda, incipiente, de una nueva vía hacia el futuro, así como la intensidad con la que se haría sentir el renacido fenómeno de la corrupción, que ha convertido a Karina Milei, la "Señora 3", en un meme.

Una demanda social en busca de intérprete

Tanto con la virtù como con la fortuna de las que hablaba Maquiavelo, Kicillof sale políticamente fortalecido de un trance complejo, tanto que el triunfo de FP constituye una mosca blanca en 20 años de derrotas peronistas en comicios intermedios.

Esto es así porque aunque las bancadas panperonistas no le respondan ciegamente en la Legislatura, pesarán el precedente del resultado, el carácter más homogéneo –intendentista y conurbano– de esa tropa y su propio peso específico como presidenciable de un partido al que no le sobran figuras de ese calibre. Encima con condiciones para hacer de bisagra entre kirchnerismo y no kirchnerismo.

Desde el palco del triunfo en La Plata, del que Máximo Kirchner se ausentó con aviso, se arengó: "¡Es para Axel la conducción!". Abajo se gritaba "¡Axel presidente!". Acaso deberían ir más despacio.

Hubo audio de CFK y reclamo del gobernador por la liberación de esta. "Somos un escudo (…) Este es un triunfo del peronismo para toda la Argentina", proclamó. "Van a tener que rectificar el rumbo. Las urnas le dijeron a Milei que no se puede frenar la obra pública, que no se les puede pegar a los jubilados, que no se puede abandonar a las personas con discapacidad y que no se puede desfinanciar la educación, la universidad, la cultura y la ciencia", agregó. "Vamos a sumar fuerzas dentro del peronismo y fuera del peronismo", prometió ya en clave de 2027. La tensión con la exmandataria está más vigente que nunca y ella, de hecho, primereó con un "¿Viste, Milei?".

Kicillof puede proyectarse, pero no debe descontarse, como el emergente de una demanda social superadora tanto del cristinismo como del macrismo, el albertismo y del mileísmo. De él dependerá saber surfear esa ola alta o ser tapado por ella.

En torno al gobernador arreciarán las presiones autonomistas de intendentes que jugaron fuerte, al punto que 15 de ellos compitieron como candidatos testimoniales a concejal. La pericia con la que maneje esas fuerzas centrífugas determinará en buena medida el destino de su proyecto porque la unidad es una condición básica, pero difícil de asegurar.

En tanto, encontrará cada vez más difícil eludir la necesidad de emitir señales hacia un electorado oscilante y de centro, que tanto puede votar al peronismo como huir de él. En este se ha hecho carne la idea de que el Estado no debe gastar más que lo que recauda y, sobre todo, que niveles de inflación del orden del 25 al 30% ya no son tolerables.

Para Kicillof será un desafío ser lo suficientemente K como para volver a contar con el favor de la expresidenta y lo suficientemente novedoso como para ir en busca de votos moderados y apoyos provinciales que hoy hacen rancho aparte en la aventura de Provincias Unidas.

Alerta meteorológico

El momento de Milei se torna dramático. Su derrota hipoteca la transición hacia el 26-O y, si no lograra torcer su destino ese día, acaso la segunda mitad de su mandato y su proyecto reeleccionista.

¿Cómo se comportará la extrema derecha en la derrota, un territorio que jamás conoció en su breve historia?

El primer reflejo del mandatario, anoche, fue el esperable. Reconoció la "derrota", evitó la ofensa y habló de "corregir errores" políticos, aunque prometió "redoblar el rumbo" económico y "defender con uñas y dientes el equilibrio fiscal, la restricción monetaria y el esquema cambiario". El mercado se lo demanda.

Por si eso fuera poco, ratificó, fuera de contexto, a Mario Lugones, salpicado por el Karinagate que ocurrió en sus narices y por el centenar largo de muertes por el fentanilo contaminado. Habrá que esperar para conocer qué entiende el Presidente por "errores".

Dado su tono desafiante de anoche, ¿encontrará más recursos que la incitación a la violencia; la palabra cruel para con los viejos, el colectivo LGTBQ+ y las personas con discapacidad; las amenazas a "los zurdos", los "progres", los "kukas" y los periodistas; el tiro al blanco contra los reporteros gráficos, así como su ridícula "batalla cultural"?

¿Hallará herramientas para conciliar la estabilización con cierto alivio a las heridas que provocó su ajuste desmesurado e inequitativo?

¿Atinará a darse un camino que le permita, a la vez, recuperar favor popular y no volverse irrelevante para un Círculo Rojo y un FMI que le reclaman consumar la pinochetización de la economía a través de un achicamiento drástico y estructural del Estado, y de las reformas impositiva, laboral y jubilatoria?

A propósito del Fondo, ¿llegará de Washington la hora de la dureza y, acaso, la exigencia de un cambio de nombres en el Ministerio de Economía?

El mercado, una amenaza mayúscula



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