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La foto que encabeza el desPertar de hoy siempre me resultó intrigante y me vino una y otra vez a la cabeza desde el estallido del "triángulo de hierro". Javier Milei abraza a su hermana Karina y al asesor Santiago Caputo, a quien hasta hace poco me permitía considerar una suerte de jefe de Gabinete blue. ¿Ya no?
Escribo sobre mis sensaciones personales frente a la imagen porque no puedo hacer afirmaciones sobre terceros que serían psicología de alcantarilla. En la misma, siempre percibí al Presidente como un hombre cándido e inerme frente a esas compañías que consideraba incondicionales, a la secretaria general como una suerte de apéndice de él –el mundo y su mirada quedan a sus espaldas– y al aspirante a Mago del Kremlin como un elemento adicionado y, en parte, ajeno.
Concentrémonos un instante en Caputo. ¿Surgirá aquella impresión de una incomodidad de este por verse expuesto en público –fuera de su oscura zona de confort– y obligado a posar en ese scrum, puesta en escena de un triángulo que ya intuía que no era equilátero?
Su sonrisa –fingida– podría ser considerada efecto de una decisión inicial del Politburó de La Libertad Avanza (LLA), que la mujer comanda. Concretado el traumático cierre de listas en la provincia de Buenos Aires, esta acaba de poner definitivamente al asesor en un lugar subalterno. Rige la pax Karinae.
Caputo es un hombre inteligente y siempre debió saber que la sangre tira. Más entre los hermanos Milei, unidos por un pasado familiar denso y por lazos místicos, que el propio mandatario ha expresado en público –totalmente conmovido– con la idea de que, aunque parezca lo contrario, ella es "El Jefe" y él, apenas un comunicador. Moisés y Aarón, comparó en febrero de 2024.
