Hay un partido que ya empezó y que terminará el 26 de octubre con las elecciones legislativas, y en él Javier Milei le está ganando por goleada a la oposición. Mientras su gobierno festejaba ayer que el índice de inflación de mayo perforó por fin, tras una extensa meseta de siete meses, el umbral del 2% y arrojó un 1,5%, el menor en cinco años, el peronismo tropezaba consigo mismo en medio de los enredos por el inminente encarcelamiento de Cristina Fernández de Kirchner.
Más allá que resulte materia de análisis y crítica, el índice de precios al consumidor (IPC) de marzo constituye un logro tangible de la extrema derecha gobernante.
Los servicios subieron mucho más fuerte que el promedio y la inflación núcleo, que marca tendencia por no incluir precios estacionales ni regulados, volvió a encender una luz amarilla. Sin embargo, la buena noticia para la población y también para el gobierno es que el ultrasensible rubro alimentos y bebidas evolucionó a un ritmo de apenas un tercio de aquel. Esto, de mantenerse, sería sin dudas un dato electoralmente relevante.
Milei y Toto Caputo festejaron por todo lo alto.
Mientras, los medios de difusión oficialistas consagraron por fin la concreción de la prometida pulverización de la inflación.
En muchas ocasiones advertí –como muchos más, sinceramente– que la tendencia a la baja del IPC no estaba hecha solamente de ortodoxia fiscal y monetaria, que el atraso intencional de los salarios y la jubilaciones era parte del combo y que la decisión de ponerle un pie encima a la cotización del dólar es una bomba de tiempo. Sin embargo, dos cosas juegan a favor de las intenciones oficialistas.
Una, que cuando esas cosas se noten probablemente ya haya pasado el ciclo electoral en el que Milei se jugará en qué condiciones llevará adelante la segunda mitad de su gobierno, ya se haya deglutido a toda la derecha y pueda seguir disfrutando –acaso– de la confusión del peronismo.
Dos, que un posible sinceramiento del tipo de cambio con posterioridad al 26-O impactaría sobre los precios desde un piso menguado, lo que podría quitarle gravedad a un evento de devaluatorio. Se verá.
Más en el fondo, lo que está en juego es la esencia del modelo, hecho de desguace del Estado y de los servicios sociales, ingresos populares bajo libertad vigilada, inequitativa distribución del ingreso y un nivel de consumo y actividad que medido en el tiempo tal vez no sea el que hoy se insinúa.
Encaramado al éxito del 1,5%, el Presidente ratificó la validez de su mantra monetarista.
Lo que no explicó es porqué, si está tan convencido de él, impone en paralelo una política de control estricto de las paritarias salariales y fuerza una apreciación del peso en la que, evidentemente, la mayoría de los sectores productivos no encuentran comodidad. El hombre es anarcocapitalista y austríaco, pero no come vidrio.
Enfrente, en la vasta sabana que se abre bajo la vista del Rey León, no hay absolutamente nada. Más allá de la izquierda combativa, siempre coherente pero de tamaño poco relevante, el peronismo mainstream es la única oposición realmente existente de la Argentina. El detalle es que si ya estaba groggy tras el fracaso del Frente de Todos y el golpazo de 2023, el dictado de cosa juzgada para Cristina Kirchner y la desmesurada inhabilitación política perpetuidad que esto supone dejaron a ese sector en un estado de colapso.
El contraste entre oficialismo y oposición no podría ser más gigantesco a poco más de cuatro meses de las legislativas.
El país parece girar alrededor de CFK, pero tal vez estemos solamente en presencia de un efecto visual que agranda las imágenes. Su centralidad, evidente en la cobertura mediática de los últimos días y de los que vendrán, podría comenzar a diluirse ni bien la rutina del cautiverio acumule día tras día.
Alrededor de ella se habla de unidad, pero los gestos de frialdad y los dardos envenenados siguen volando en dirección a Axel Kicillof.
Que el abroquelamiento de estas horas se extienda hasta los comicios bonaerenses del 7 de septiembre y luego a los nacionales de octubre no es una garantía de éxito. Hoy resulta imposible determinar si el estado de ánimo que genera la situación de Cristina motivará a la base o la mantendrá alejada de las urnas. ¿Y qué efecto tendrá sobre quienes miran desde afuera?
Además, la campaña peronista discurre en estas horas en medio del señalamiento de más de media Argentina que considera probada la corrupción de la era kirchnerista. La unidad en la lealtad puede ser encomiable, pero difícilmente constituya un camino de construcción de mayorías si se piensa en 2027.
Fuente: Zuban, Córdoba y Asociados.
Mientras el Gobierno exhibe sus logros, el peronismo sólo atina a movilizarse en defensa de su jefa caída en desgracia.
Esto incluye señales de radicalización difícilmente constructivas en plena campaña electoral, y que hay que entender apenas como movimientos destinados a brindarle a CFK las mejores herramientas posibles para negociar con el Poder Judicial las condiciones de su detención. Ojalá que sólo se trate de esto.
Grupos nutridos de militantes volvieron ayer a bloquear accesos a la ciudad de Buenos Aires, donde chocaron con las fuerzas federales de la siempre lista Patricia Bullrich.
Además, dirigentes encumbrados, tanto como el propio Máximo Kirchner y más decididamente Juan Grabois, volvieron a juguetear con la idea de la abstención patriótica.
Si eso se dijera en serio, sería para preocuparse. El camino de la revuelta sería antidemocrático y piantavotos, y el de la abstención, además de todo lo anterior, un suicidio que le dejaría a Milei el país entero servido en bandeja, desde el Congreso hasta las legislaturas provinciales y los concejos deliberantes, lo que a niveles locales sería desestabilizador para cualquier autoridad ejecutiva. Los errores históricos de la oposición antichavista de Venezuela así lo prueban.
Si, en cambio, como se dijo más arriba, se trata de movimientos tácticos para alivianarle el futuro a Cristina Kirchner, cabe señalar el tiempo y los jirones de credibilidad que la situación le hacen a perder al peronismo. En este punto asalta la duda: si todo fuera coreografía de negociación, ¿sería justo someter a la gente que sale a cortar autopistas en defensa de su máxima referente a choques peligrosos con la policía? Ojalá que los referentes que o bien agitan o bien callan tomen nota de este detalle y hablen para desescalar.
Fuente: El Destape.
Es poco probable que el peronismo pueda salir del modo defensivo actual una vez que se conozcan las condiciones de detención de CFK. Las salidas al balcón de su departamento de Constitución son tomadas por el establishment anti-K como un desafío intolerable y prueba de que su reclusión debería ser severa.
Una vez que ese conflicto se dirima, empezarán otros, una retahíla de hechos humillantes que señalé en el desPertar de ayer y que probablemente se conviertan en un culebrón cotidiano hecho de decomisos de propiedades y cuentas para resarcir al Tesoro de los perjuicios que surgen de la causa "Vialidad". ¿Asistirá al peronismo a esa saga interminable otra vez y solamente en modo defensivo? ¿Cuándo comenzará para él la campaña? ¿cuándo atinará a resolver de manera virtuosa las despuntas por el liderazgo que hoy, por lealtad debida, están ensordinadas pero que en cualquier momento podrían estallar con la misma fuerza que el dólar a Milei y a Toto Caputo?
Sin una oposición coherente, dotada de liderazgo claros y unida detrás de candidaturas viables y narrativamente sólidas, Milei no tiene con quien disputar.
¿Quién dirá o, si lo dice, quién será escuchado cuando diga que si bien la inflación cae, el empleo y los salarios en el sector formal de la economía –compuesto por los "privilegiados" en medio del vendaval en curso– volvieron a caer en marzo?
De acuerdo con Luis Campos, investigador del Instituto de estudios de formación de la CTA-Autónoma, "en marzo se destruyeron 9.000 puestos de trabajo formales" y la caída asciende a 195.674 en relación con noviembre de 2023.
Asimismo, a el bajón inicial provocado en el empleo por la megadevaluación de diciembre de 2023 siguió, más que un rebote, un periodo de estancamiento. La industria, claro, fue el pato de la boda y el sector público el escenario de un derrumbe.