Fueron –y seguirán siendo– tan acuciantes y justos los reclamos de la Plaza del No que el Gobierno pierde la puja narrativa de un modo impactante, algo que quedó plasmado en el recule en chancletas que supuso el aumento para los médicos residentes del Garrahan, lo que llevó al levantamiento de su huelga. Sin embargo, nada parece rozarlo.
Bullrich contó en La Nación + que "hay una organización política detrás de las marchas de los miércoles", que cuenta con "imágenes terribles" –que no mostró– de ataques a policías y que tiene información del accionar de grupos "anarquistas y kirchneristas". Sólo Esteban Trebucq le creyó.
La diputada Juliana Santillán hizo el papelón de su vida al justificar los salarios del Garrahan ante las cámaras de TN, confundiendo los datos del INDEC de canasta básica individual y familiar. Creyó estar refutando brillantemente "la operación" de que un médico residente no puede vivir con un salario de 800.000 pesos al argumentar que, en realidad, le bastaría con 360.000.
El mal paso no se limitó a ese equívoco y a la arrogancia con que lo esgrimió. Lo peor es el grado de desconexión con la realidad de esa vocera oficiosa de la extrema derecha, que la lleva a jugar con cifras con las que, de seguro, no vive.
Cruel, X se cebó con la vieja tirria de Santillán con la lengua castellana. Chicanas.
¿No será, más bien, que esa desconexión es propia de todo el oficialismo?
Insólitamente, el propio Milei –que venía de escrachar en su cuenta de X a un chico con trastorno del espectro autista– hizo suyo el argumento falso de la diputada SAD al repostear –con su habitual incitación a la violencia– un mensaje de otra vocera calificada del Gobierno: Lilia Lemoine.
En la misma línea, Federico Sturzenegger señaló que "un hospital es eminentemente un gasto público que se financia con impuestos", y que, más allá de que queden unos pocos nosocomios en manos del Estado nacional, la "responsabilidad primaria" debería recaer en las provincias. ¿Será ese el objetivo final del vaciamiento del Garrahan?