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NOTICIAS PILAR

Javier Lanari, el número dos de Manuel Adorni en el esquema formal de comunicación del Gobierno, no se equivocó al publicar el domingo en X una foto que mostraba en el asiento trasero de un auto a Toto Caputo, a la ahora formalmente libertaria Patricia Bullrich y a su jefe directo con el siguiente texto: "Se juntaron el ajuste, la represión y el arte de la doma. Exactamente lo que la Ciudad necesita…". Impresionante.

El funcionario, difusor relevante de la cuidadamente desprolija narrativa oficial, posteó un mensaje que, bajo cualquier parámetro de racionalidad, sería piantavotos. El caso es que no es así.

El inicio del ciclo electoral del caos –aparente, porque en verdad está minuciosamente planificado– es inminente. Este domingo se llevarán a cabo los comicios locales en Salta, Jujuy, Chaco y San Luis, y el subsiguiente, 18, los de la Ciudad de Buenos Aires, para la cual Lanari recomendó el mencionado cóctel de alto impacto. Llega la hora.

Días atrás, a propósito de la campaña sistemática puesta en marcha contra "los periodistas" por Javier Milei y su Ministerio del Odio –parte sumergida y más voluminosa, como en un témpano, del aparato de comunicación de la extrema derecha–, te mencioné el libro Ingenieros del caos, de Giuliano da Empoli. Si entonces lo cité en referencia a la política de la indignación hecha plan y a sus efectos corrosivos sobre la democracia tal como la concebimos, cabe hoy traerlo a colación para dar cuenta de su dinámica.

La nueva política "no consiste ya en unir a la gente en torno a un mínimo común denominador, sino, en cambio, inflamar las pasiones del mayor número posible de grupúsculos y sumarlas a continuación, incluso sin que estos lo sepan. Para conquistar una mayoría, su idea no es converger hacia el centro, sino aglutinarse en los extremos", explica.

Según el autor, uno de quienes mejor ha explicado este fenómeno, "al azuzar la ira de cada grupúsculo sin preocuparse por la coherencia del conjunto, el algoritmo de los ingenieros del caos diluye las viejas barreras ideológicas y rearticula el conflicto político sobre la base de una oposición maniquea entre el 'pueblo' y las 'élites'".

Lanari queda explicado y lo que viene, también.

Nueva "normalidad"

En un sistema de partidos fragmentado, el Ministerio del Odio sigue el libreto de la polarización extrema, ya aplicado en muchos países. Es más, hasta hablar de partidos resulta excesivo, puesto que la descomposición de la política que engendró el fenómeno Milei debería, con mayor precisión, hacer referencia a facciones desordenadas.

En tal contexto, refractario a la construcción de grandes mayorías y en el que hace falta mucho menos que eso para hablar de triunfo, cobra especial sentido la consolidación del núcleo duro. La sumatoria de los grupúsculos.

Así, adquiere sentido que se presente el combo de "ajuste, represión y doma" como una oferta irresistible, que el Presidente y sus usinas difusoras no dejen de machacar con la incitación a la violencia contra "los periodistas" –atención a los que lo bancan: la ola puede envolverlos también a ellos– y que este mismo llore de emoción y abrace a Los Picantes del equipo económico tras el "logro" de un nuevo endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Lo anormal es la nueva normalidad.

La fragmentación política que sustenta esa estrategia queda asegurada ante el vacío que deja la oposición –la peronista; ¿hay otra, acaso, salvo la minoritaria izquierda combativa?– con sus fracturas, probablemente inevitables y hasta necesarias, pero relevantes en un contexto como el actual.

¿El fin de la realidad?

Ser oficialismo suele dar ventajas enormes, sobre todo en medio del desierto. ¿Qué se pretende? ¿Que una mayoría vote por un desgobierno suicida?

La estrategia de los "ingenieros del caos" de La Libertad Avanza (LLA) –insisto: ya probada en muchos países– desafía el criterio tradicional de que el voto responde, fundamentalmente, a las condiciones de vida. En la política cuántica la realidad objetiva no existe", señala Da Empoli, para quien aquella está compuesta por hechos y consignas contrapuestos y, por eso, resulta irracional e impredecible.

Sin embargo, desafío no equivale necesariamente a cancelación: lo que plantea en el ciclo electoral en ciernes una carrera entre lo "cuántico" y el viejo patrón del "primer metro cuadrado".

Si, como dice Milei, "el ajuste es popular", eso se debe a la sucesión de años y gobiernos que sólo aseguraron desorden inflacionario, estancamiento productivo, seguridad deficiente en territorios populosos, servicios públicos de calidad discutible y convivencia conflictiva entre el derecho a protestar y a circular en el espacio público. ¿Qué, de todo eso, ha solucionado Milei?

Si, insistamos, "el ajuste es –parcialmente– popular" es porque una cantidad elevada de ciudadanos está dispuesta a realizar un sacrificio que en lo inmediato le ordena la vida, aunque sea inequitativo y en el fondo no se la resuelva.

Lo dicho no despeja las incógnitas que se esconden en el futuro inminente. Sólo ayuda a pensarlas.

Una economía con varias lecturas

El INDEC dará a conocer el índice de inflación de abril el próximo miércoles 14, después de los comicios de Salta, Jujuy, Chaco y San Luis, y justo antes de los de la CABA. Los indicios apuntan a un índice menor que el 3,7% de marzo y, según C&T Asesores Económicos, posiblemente un punto menor a aquella cifra. El resto de las consultoras ubica sus proyecciones entre esos polos.

Milei y Caputo podrán decir que lograron retomar el sendero de la desinflación y que evitaron que impacte la devaluación –modesta– validada tras el acuerdo con el FMI.

Más allá de las morenistas presiones oficiales sobre formadores de precios de diferentes sectores, es probable que dicho influjo se haya agotado con las expectativas devaluatorias de marzo. Sin embargo, la decisión del Gobierno de pisar nuevamente las paritarias, la languidez de los ingresos populares y la falta de signos vitales del consumo también entran en la ecuación. De nuevo: ¿relato de la política cuántica o metro cuadrado?

Otros indicios de agotamiento del ilusionismo financiero de Toto Caputo resultan menos inteligibles para el votante promedio: la inflación, bien leída, no decrece desde hace más de un semestre, los salarios y el consumo no levantan y, todavía más lejos, el atraso cambiario no se corrigió y el Banco Central renuncia, en clave bien populista, a acumular reservas.

Como en la previa de 2018 –cuando el otra vez ministro ayudó a armar una crisis que en condiciones normales debería haber terminado con su carrera política–, el mercado desconfía: la calificadora de riesgo Moody's se declaró dispuesta a mejorar la calificación crediticia de la Argentina, pero paso a paso, mientras se despeja, justamente, la incógnita de hasta dónde pretenden llegar Milei y Caputo con la política de pisar el dólar para fingir una desinflación mayor que la real.

En ese sentido, el blanqueo blue que el jefe del Palacio de Hacienda sondea con indicios a cuentagotas en los medios, suena más a desesperación por dólares que siguen faltando que a plan y suma más incertidumbre.

Agujeros en un relato inverosímil

Si se trata de política cuántica y de relatos –incluso contradictorios entre sí– para atraer a pequeños grupos, un elemento central de la narrativa oficial entra en crisis: su supuesto compromiso con la transparencia y su lucha a favor del "pueblo" y en contra de los intereses de la "casta".

Semejante pretensión es inverosímil a poco que se recuerdan las denuncias de compra de cargos en las elecciones de 2023, el entornismo alevoso de empresarios y lobbies, la grosera incoherencia de ciertas declaraciones juradas, el Libragate y –ahora– la aparición en la SIDE de dinero carente para verdaderas urgencias. Sin embargo, el cuento hasta acá ha funcionado, decorando lo central: el presunto éxito de la mileinomía. Hasta ahora.

El escándalo en el PAMI y los dichos sobre desvíos de "la plata de los jubilados" hacia la caja de LLA hace cada vez más ruido. Para peor, impacta de lleno en el corazón del poder, toda vez que una de las denunciantes, Viviana Aguirre, señaló que hizo llegar sus denuncias a Javier y a Karina Milei, siendo ignorada por el primero y bloqueada por la segunda. Hay causa penal; ¿querrán los invesyogadores avanzar sobre los chats que guarda el teléfono de la exfuncionaria platense?

En el caso destella una interna con potencial de romper el "triángulo de hierro": las acusaciones, voceadas por los troles de Santiago Caputo, apuntan directamente contra Sebastián Pareja, el referente bonaerense de Karina M.

Sebastián Pareja y Cristian Ritondo, negociadores de la unidad de la derecha en la provincia de Buenos Aires.

En casa de herrero, cuchillo de palo: los beneficiarios de la política del odio se enzarzan en una guerra ruidosa con los ingenieros que la producen.

¿Alcanzaría hoy con un eventual apoyo oficial a la "ficha limpia" en el Senado, un proyecto flojo de papeles y que tiene como finalidad descollante sacar de la cancha a Cristina Fernández de Kirchner, para sacudir esos enchastres? ¿Dará el paso LLA después de tantas señales confusas?

Paños fríos a la fiebre inflacionaria que dejó el peronismo, circulación sin piquetes, espejismos económicos, relatos triunfalistas, estrecheces cotidianas, vocaciones de transparencia inverosímiles… La política cuántica estalla en el inicio del ciclo electoral.

¿El metro cuadrado todavía existe?



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El Comunicador de Zona Norte



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