El Presidente se refugió del Libragate en EE.UU. Extremismo, arenga antiargentina y mordida a la mano que lo alimenta. Groupies aparte, un mundo mira azorado.
El Presidente recorrió pasillos alfombrados y atiborrados de personas que lo adularon, ya sea por interés, afinidad ideológica, sintonía personal o simple gusto por la extravagancia. Afuera, sin embargo, hay un mundo político, mediático, de inversores y de opinión pública que repara en el severo daño reputacional que le provocaron y le siguen provocando el Libragate, las denuncias de coimas supuestamente recolectadas por entorno, la chapucería de sus relaciones con "hombres de negocios" de CV prontuarial y excentricidades que cada vez causan menos gracia y más dudas sobre el carácter del jefe de un Estado que es miembro del Grupo de los 20.
Milei ya volvió a la Argentina, su hoguera. Su viaje relámpago a Washington dejó la imagen de un presidente seriamente dañado y de un país que, en la opinión de importantes actores del poder global, ya es un caso definitivamente perdido.