WASHINGTON.- El plan de Donald Trump de tomar la Franja de Gaza para transformarla en “la Riviera de Medio Oriente” todavía estaba fresco cuando Arabia Saudita, el país más influyente y el principal aliado de Estados Unidos en el mundo árabe, fustigó primero la idea con un comunicado largo y contundente que salió en la madrugada de Riyad, cuando ni siquiera había amanecido. La ola de rechazo se extendió después al resto de los países árabes de la región, varias naciones europeas, Rusia, China, los palestinos, Hamas y también las Naciones Unidas.
“A todos les encanta”, retrucó Trump este miércoles por la mañana en el Salón Oval, a contramano de la reacción global.
Aunque la idea de apropiarse de la Franja de Gaza calza con la actitud expansionista que Trump trajo a la Casa Blanca para su segundo mandato –la lista ya incluía a Groenlandia, Canadá y el canal de Panamá–, está tan alejada de los andariveles por los que transita el mundo que parece más una táctica de negociación, similar a los aranceles que luego quedan en suspenso, que un plan camino a materializarse. Nunca explicó cómo implementaría su idea, o cómo conseguiría la autoridad legal para hacerlo