El andar de Javier Milei en su primer año en la Casa Rosada tiene algunos momentos desconocidos que reflejan la mezcla de fascinación y desconcierto que produce ante inversores internacionales, a los que el Gobierno intenta seducir como parte crucial del éxito de su gestión económica en caso de que se afirmara la baja de la inflación.
La síntesis de ese fenómeno la vivieron hace algunas semanas los miembros de la comitiva de una multinacional fue a verlo a la Casa Rosada. Tras sorprenderse por un exhaustivo operativo de seguridad como no han vivido en otras visitas oficiales, todos notaron un detalle menor: al jefe de Estado le sobresalía maquillaje bajo los ojos como si, explican los que entienden del tema, le hubieran puesto tapa ojeras pero sin desparramar como haría un maquillador profesional.
Más allá de la cuestión del maquillaje, un tema cada vez más presente en los preparativos de Milei cuando va a aparecer en público, el encuentro transcurrió en forma cordial. El Presidente, de hecho, estaba enganchado con la charla. El relato hacía hincapié en su batalla contra el socialismo y en las bondades del capitalismo, un eje que ya ha recorrido en foros internacionales como el de Davos, por lo que tampoco era tan novedoso para sus interlocutores.
Sin embargo, el traductor, que iba pasando al inglés lo que Milei explicaba obviamente en español, en un momento debió hacer paréntesis. Fue cuando apareció el nombre de Lali Espósito en la explicación.